¿YA HEMOS LLEGADO?

3 de febrero de 2024

 

«Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío.»

Salmo 38:15

«¿Ya hemos llegado?»

Si eres padre, conoces la pregunta. Es la misma que se ha formulado desde el asiento trasero de la furgoneta familiar desde el principio de los tiempos. Una y otra vez. Y a estas alturas, nuestra familia ya ha hecho suficientes viajes por carretera como para haber instituido la práctica de no responder a esa pregunta. Como padre, es una pregunta con la que no se puede ganar, porque no importa lo cerca que estés del destino, nunca estás lo suficientemente cerca.

Resulta irónico, sin embargo, que constantemente acose a Dios con la misma pregunta. Ya sea que le esté pidiendo algo profesional, personal, del mundo, o incluso en nombre de otra persona (en mis momentos más espirituales), en realidad es la misma pregunta, sólo que florecida y especificada para mis propias situaciones:

¿Ya hemos llegado?

No creo que sea el único. Vivimos en un mundo Twitter. Información instantánea. Gratificación rápida. Comida rápida. Relaciones en microondas. Tareas «multitarea». Hemos sido condicionados a creer que todo debe suceder ahora. Eso significa que la paciencia está en contra de toda la cultura que nos rodea. Sin embargo, la paciencia es uno de los frutos que el Espíritu Santo produce en nuestras vidas – una de las cualidades de semejanza a Cristo que Dios construye en nosotros día tras día mientras caminamos en obediencia e intimidad con Él.

Fue Su Hijo Jesús quien modeló este tipo de paciencia para nosotros. Al leer los evangelios, encontramos a Jesús una y otra vez diciéndole a la multitud que clamaba por su coronación que aún no había llegado su hora. Le oyes decir a la gente que se guarden para sí su identidad y sus milagros, y le ves dispersando a esas mismas multitudes que pretendían convertirle en rey. Jesús fue paciente, y es la voluntad de Dios que nosotros también seamos pacientes.

¿Cómo encontramos este rasgo en una cultura así? ¿Cómo podemos «esperar con paciencia» cuando el mundo nos dice constantemente que nos demos prisa? Sólo a través de la fe. Para tener paciencia, debemos creer que Dios es sabio, amoroso y generoso. Él es lo suficientemente sabio como para guiarnos por el camino correcto, lo suficientemente amoroso como para colocarnos en la mejor posición, y lo suficientemente generoso como para hacer que estas circunstancias sucedan.

Así que, si hoy estás esperando, no te esfuerces en ser paciente. En lugar de eso, recuerda quién es Dios y deja que ese conocimiento alimente los minutos, las horas y los días que tienes por delante