NO SE TRATA REALMENTE DEL ARBOL

6 de marzo de 2024

«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?»  Génesis 3:1

Todo era bueno. Muy bueno, de hecho.

Toda la creación existía en perfecta armonía, y en el centro de todo estaba la joya de la creación.

Hombre y mujer. Hechos a imagen de Dios.

El hombre y la mujer vivían en perfecta comunión con Dios, caminando con Él sin culpa, vergüenza o cualquier otra barrera. Y en esta armonía se deslizó la astuta serpiente armada con lo que debió parecer una pregunta muy inocente. De hecho, es una pregunta tan simple que podríamos pasar por alto fácilmente su naturaleza astuta.

En la superficie, es una pregunta sobre un árbol y una acción específicamente prohibida asociada con ese árbol. Parece una pregunta informativa. Parecería que la serpiente solo estaba haciendo una consulta inocente sobre lo que Dios había dicho o no había dicho.

Pero eso es solo la superficie.

Hay algo mucho más profundo, y más siniestro, en juego.

Detrás de la simplicidad estaba el tono astuto.

Detrás de este simple intercambio que desencadenó un evento que sacudió el cosmos.

El mentiroso de lengua bifurcada estaba presentando acusaciones contra el carácter y la naturaleza misma de Dios.

Lo que parecía una pregunta era realmente una acusación. La serpiente afirmaba que Dios no era amoroso ni generoso porque había retenido algo.

Y esa acusación fue suficiente para hacer girar las ruedas mentales de la duda en los primeros seres humanos.

Pero ven…

…realmente no se trata del árbol.

Realmente no.

Porque en cada caso de tentación, hay algo más profundo en juego. Siempre se trata de algo más que la tentación particular en la superficie.

Siempre, al final, se trata de lo que creemos que es verdadero acerca de Dios.

En su núcleo, cada tentación y nuestra respuesta a ella se trata de quién conocemos que es Dios.

Y, ¿a quién conocemos que es Dios?

  • Sabemos que es nuestro Padre que sabe cómo dar buenos regalos y nos aparta de lo que no es lo mejor.
  • Sabemos que es el Dios que demostró este tipo de amor, sabiduría y generosidad al dar la vida de Su Hijo, Jesús, por nosotros.

No, amigos, realmente no se trata del árbol.

Se trata de Dios.

Se trata de nuestra fe y confianza en Él