«No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.»
Mateo 5:17-20
Esos versículos transmiten un mensaje contundente.
Jesús conoce la carga que la gente sentía bajo la ley.
Conoce su incapacidad para cumplir todos los mandamientos. Sabe que anhelan que alguien les ayude. Es pura gracia cuando les dice: «No he venido a abolir la ley, sino a hacer por vosotros lo que nunca podríais hacer por vosotros mismos. He venido a cumplir perfectamente la ley y, en última instancia, a cumplir la ley».
Pero Él sigue estas palabras con una declaración aparentemente gravosa e imposible. Es el peaje de la muerte para cada persona legalista que piensa que son mejores que otros debido a todas las reglas que guardan al tratar de probar su valía a través del comportamiento.
«Os digo que si no sois más obedientes que los maestros de la ley y los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos».
Entonces nos preguntamos: «¿Cómo puede ser esto?». ¿Cómo es posible que nuestra justicia supere a la de los considerados «más» justos y santos? Sólo hay una manera: se ha hecho por nosotros.
Uno que es Él mismo perfectamente santo y justo.
La gracia de Dios cubre multitud de pecados. Él invita a la honestidad de todos. Nos llama a confesar nuestra insuficiencia en el cumplimiento de la ley y en la obediencia. Jesús nos muestra que Él es un Salvador perfectamente justo que nos da Su justicia. Este don de la gracia nos salva de nosotros mismos y de todos nuestros patéticos intentos de autosalvación.
¿Estás tratando de probar tu valor a través de «vivir bien»? No funcionará, te lo prometo.
¿Qué necesitas llevarle a Jesús?