«Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y c – Colosenses 2:13-14
¿Nosotros comprendemos realmente el increíble regalo que nos dieron cuando Jesús murió por nuestros pecados? No es que tomemos esta ley por sentado, pero hemos hablado de ellos de manera rutinaria que no podemos asimilar el alcance de este regalo.
Es como si todos nuestros pecados fueran enumerados en un tablero de escritura. Y, a continuación, Cristo ha llegado junto con un trapo y lo ha borrado para siempre. Es como si no nunca hubieran estado ahí. Y entonces en ese tablero, alguien pone un recibo que dice pagado en su totalidad. Eso es lo que hicieron los clavos de la Cruz: pagando íntegramente la pena por nuestros pecados. Cristo ha hecho todo. Nuestros pecados han sido clavados en la Cruz; han sido atendidos. Nada más es necesario para el perdón que nuestra aceptación de este increíble regalo. ¿Qué has hecho? ¿Han reclamado el perdón Liberador de saber que Cristo ha pagado la deuda total de tus pecados? Si no es así, ¿por qué no dejar que Cristo te da una pizarra limpia? Después de todo, él ya a ‘pagado en su totalidad.’ Nuestra elección es simplemente aceptar su regalo en la fe.