«El rey Salomón impuso trabajo forzado y reclutó a treinta mil obreros de todo Israel”. – 1 Reyes 5:13
Salomón fue un constructor. Fue un constructor porque tenía una extraordinaria capacidad de organizar. Tenía una capacidad administrativa excepcional para ayudar a reunir una buena cantidad de personas a su alrededor y para explicarles claramente su responsabilidad individual para llevar a cabo la misión. Sabía como organizar. Sabía como delegar.
Puedes observar la mano de obra masiva que organizó Salomón. I Reyes explica: «“El rey Salomón decretó una leva en todo Israel, la cual ascendió a treinta mil hombres, que enviaba al Líbano por turnos cada mes, de diez mil en diez mil; un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas». En otras palabras, tenía estos hombres forzados, probablemente esclavos, que trabajan cuatro meses del año. Y luego ocho meses ellos podían permanecer y trabajar como jornaleros en granjas privadas. Pero eso no es todo. La Biblia también describe a otros sectores de esta mano de obra masiva. «Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte, sin contar los principales oficiales de Salomón que dirigían la obra; eran tres mil trescientos los que tenían a su cargo el pueblo que hacía la obra». Cientos de miles de personas participaron en este extraordinario proyecto.
Salomón había organizado todos estos diversos subcontratistas, sin embargo, todo el mundo estaba claro de cuál era su propia responsabilidad. Salomón establece el ejemplo de la necesidad de un líder que sepa organizar y delegar