«Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.» – San Juan 3:3
Hay un anhelo entre todos nosotros de formar parte de una familia amorosa y duradera. En un mundo de matrimonios rotos y de familias disfuncionales, el anhelo se hace mayor. No importa de qué tipo de familia venga, Dios nos a todos nosotros una oportunidad de ser parte de la única familia que dura. No tuvimos la opción de elegir nuestra familiar terrenal, pero sí tenemos una opción de entrar en la familia de Dios por medio de la fe.
Jesús llama a este nacimiento espiritual haber «nacido de nuevo». Todos tenemos un cumpleaños físico, pero no todos tenemos un cumpleaños espiritual. Éste sólo viene cuando aceptamos la invitación de Dios a confiar en Cristo como Señor y Salvador. Sin un nacimiento espiritual, hemos de morir dos veces, tanto física como espiritualmente. Pero, con un nacimiento espiritual, sólo moriremos una sola vez (físicamente), ya que nuestro espíritu vive para siempre.
Nacidos una vez, morimos dos veces.
Nacidos dos veces, morimos una vez.
Si hemos nacido dos ves, somos librados/salvados de la muerte espiritual y estamos en la familia de Dios para siempre.