«Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.» – Juan 14:6
En el año 2002, nueve mineros de carbón en Pennsylvania quedaron atrapados en una zona subterránea pequeña y oscura, en lo que realmente no era nada más que una burbuja de aire grande. Durante un tiempo, parecía ser otro relato noticiero trágico con el final inevitable. Pero una brillante mañana de domingo, el mundo recibió la noticia que los nueve mineros habían sido rescatados.
En muchos sentidos, esa historia es una parábola del Evangelio de Jesucristo. Con el nacimiento, todos estamos atrapados con el pecado. Vivimos en una tiniebla espiritual. La única esperanza que tenemos de escapar de una eternidad de muerte, de perdición y tiniebla es por medio de Jesucristo, quien descendió a la tierra para rescatarnos (salvarnos). La única esperanza que tenemos es de confiar en Él.
Pero, qué sucede si uno de los mineros hubiese dicho, «realmente le agradezco todo lo que han pasado esas personas por sacarnos, pero yo soy un minero duro, fuerte y dedicado. Ustedes pueden irse si quieren, pero voy a intentar salir de aquí por mi propia cuenta». ¿Qué pensarías del minero que dijo eso? ¡Pensarías que era un idiota […] y en realidad lo hubiese sido! Lamentablemente, eso es como muchas personas responden a la Buenas Nuevas de Jesucristo. Ellos verdaderamente creen que de una manera u otra, ellos van a lograr entrar al cielo por su propia cuenta. Sin embargo, hay un solo camino—a través de Jesús.
No importa cuán fuerte, independiente y exitoso eres, si Cristo dice la verdad, Él es tu única esperanza de salvación. Creo que Él dice la verdad. ¿Y tú?