“¿Acaso ignoráis, hermanos (hablo con los que conocen de leyes), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?” (v.4) “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.” Romanos 7:1, 4
A los primeros cinco libros de la Biblia se les refieren como la «Ley». Estos son Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Se les conocen como los libros de la Ley porque ellos contienen las leyes e instrucciones que el Señor le dio al pueblo de Israel por medio de Moisés y fueron resumidas en los Diez Mandamientos. Entiendo que esto puede ser un poco confuso, pero es importante entender que la Ley todavía existe. Un breve repaso de los Diez Mandamientos (Éxodo 20) te ayudará a entender por qué eso es verdadero. A pesar de que Jesús vino a cumplir la ley, eso no significa que la Ley no tenga dominio sobre las vidas hoy en día. De hecho, a medida que te hagas consciente de una de las leyes de Dios (una manera correcta de vivir), tú te casas con ella. ¿Me caso con ella? sí, te casas con ella.
Muchos de ustedes han estado en la situación donde han dicho, «ya no puedo hacer esto más. No puedo ser lo suficientemente bueno. No puedo ser lo suficientemente honesto, lo suficientemente fiel y aun si lo pudiera ser, eso no compensaría por lo que hice en el pasado». Ustedes han dicho, «Dios, simplemente quiero que esto se acabe. Dame una nueva vida». Eso es la salvación. Tú vienes a Jesús y él crucifica todos tus pecados y todas las cosas que la ley decía que debías cumplir. Él remueve todo eso y eres libre en Él, debido a Su aceptación incondicional de nosotros. ¿Todavía eso es confuso? Espera. Todavía hay más.
El problema es: nos ponemos muy incómodos con la aceptación incondicional de Dios para nosotros. Entonces, ¿qué hacemos? Comenzamos a cometer adulterio espiritual. Llegamos a un lugar donde decimos, «es realmente bueno estar parado en la presencia de Dios, ser amado y aceptado por Él. Pero sería mejor que yo comience a re-pagarle, ya que Su regalo gratis de la salvación no puede ser realmente gratis. ¿Verdad? Comenzamos a regresar a la Ley. Nos levantamos a las cuatro de la mañana y tenemos un tiempo de devoción porque eso hace a Dios feliz. Decimos, «bueno, hay una clase bíblica en la iglesia, es mejor que yo vaya porque eso hace a Dios feliz.» Eso sería como que comenzáramos a tomar dinero espiritual y tratemos de comprar la cruz por medio de soborno. ¡Eso despojaría a la cruz de su poder! El Señor quiere que tú des frutos, pero no puedes dar frutos por medio de tu propia sangre, sudor y lágrimas. Sólo puedes dar frutos cuando te levantas ahí, transformado en Cristo. No puedes tan siquiera pedir, «Señor, ¿Me puedes usar?”