“Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. – Juan 4: 7-14
En el devocional anterior, hablamos del hecho de que Jesús estaba cansado. Si todavía tienes ese guión gráfico presente en tu mente, esta sería la segunda escena. Recodemos: Jesús estaba agotado y solo. Era aproximadamente el mediodía, por lo que sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Luego viene esta mujer samaritana y Jesús se da cuenta de que hay una oportunidad de tener una conversación espiritual con alguien. De repente, cansado o no, vio una oportunidad de hablar con ella y su línea de apertura o introducción fue: «Dame de beber.» Ahora, en la superficie, esa línea de apertura no despliega mucho encanto. Él ni siquiera dijo, «¿Podría usted, por favor …»
Tengan en cuenta que Jesús no sólo estaba cansado, Él estaba hablando con una mujer samaritana (algo que ningún hombre judío haría). A Él no le importaba el rencor de 700 años que existía entre los judíos y samaritanos. Él sólo vio a una mujer que necesitaba al Señor y ella, ¿fue inmediatamente atraída a Él? De ningún manera. Ella le preguntó: «¿Por qué me estás hablando a mí?» Entonces Jesús convirtió una simple petición en una conversación sobre lo espiritual, hablándole del agua viva. Él sabía que nadie iba al pozo a sacar agua al mediodía y además podía sentir que ella estaba profundamente herida en su interior. ¿Ella entendió lo del agua viva automáticamente? No. Pero, eso no detuvo a Jesús.
En el siguiente devocional continuaremos hablando acerca del agua viva. Pero por ahora, recuerden: Jesús estaba cansado, pero no lo suficiente para no ver las necesidades en la vida de alguien. ¿Cómo actuamos cuando estamos cansados? ¿Nos ponemos de mal humor y no nos importa un bledo las necesidades de alguien más? ¿O todavía mantenemos nuestros ojos y corazones abiertos para las oportunidades de amar a la gente como lo hizo Jesús? Esto es algo en qué pensar.
Adaptado del sermón por Thomas Nelson