”Él le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: “No tengo marido”, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta”. – Juan 4:16
Estamos de vuelta con la mujer en el pozo. Ella conoció a Jesús y hasta estaba asombrada de que Él hablara con ella. Aun así, cuando ella comenzó a buscarle el agua, Él le dice que ese no era el tipo de agua que ella necesitaba y le dijo que si ella bebiese el agua viva, nunca volvería a tener sed. (Recuerde que Jesús usa cosas terrenales para explicar cosas espirituales.) Entonces, ¿qué hizo ella? ¿Tuvo ella ese poderoso momento «ah-já» [momento de recapacitación], que causaría que la venda fuese removida, que avanzara y que su vida fuese transformada para siempre? No. Ella dijo: «¿Así que puedo tener una botella de esta agua y no tener sed jamás? Sólo dame un sorbo». Ella hizo lo que todos hacemos: volvemos a las cosas terrenales. Pero Jesús no se detuvo allí.
Recuerden que Jesús estaba cansado y agotado. Él Inició esta conversación espiritual y ella le dio un giro a cosas terrenales. Así que, Jesús dijo: «¿Quieres hablar sobre las cosas terrenales? Vamos a hablar de las cosas terrenales. Vamos a hablar de tu vida”. Jesús dijo: «Ve, llama a tu marido», «No tengo marido», dijo. ¡Y yo sólo puedo imaginarme que ella estaba dispuesta a seguir adelante, más allá de la conversación! Ella dice, «Vamos a cambiar de tema.» Pero Jesús no cambió el tema. De hecho, Jesús siguió adelante con el tema. Él dijo, «No, vamos a permanecer aquí por un minuto. Vamos a hablar de tu vida. Estás en lo correcto – dijiste la verdad, no tienes marido. Has estado casada cinco veces.” Ella debió haber estado azorada, no sólo por el conocimiento que tenía Jesús sino porque [además] Él se había mostrado amable con ella. ¿Cómo pudo este hombre saber sobre su vida?
Realmente Jesús estaba diciendo: «Apuesto que la quinta vez no te sentiste muy valorada». Ustedes pueden ver que para Jesús, todas las mujeres son valoradas. Él no le estaba diciendo a ella: «Creo que eres un fracaso». Yo creo que Él estaba diciendo, «Sí, sin duda has fallado. Todo el mundo ha fallado muchas veces. Pero también a ti te han fallado.”
Así que afirmó lo obvio – «Creo que eres un profeta.» ¡Vaya! La mujer giró la conversación hacia las cosas espirituales, sin siquiera darse cuenta.
Hoy en día, recordemos que Jesús entiende y se preocupa por nuestras necesidades terrenales, pero necesitamos aprender de Él, de que, independientemente de la necesidad, ésta siempre apunta de nuevo a lo que es verdaderamente espiritual – ¡hacia ÉL!
Adaptado del sermón por Thomas Nelson