“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada». – Proverbios 31:28A
Los niños comienzan a desarrollar algunas percepciones bastante interesantes del mundo a una temprana edad. Observemos las respuestas que dieron algunos niños de segundo grado cuando les preguntaron acerca de sus madres.
P: ¿Por qué Dios hizo a las madres?
R: Para ayudarnos a salir de allí cuando estábamos naciendo.
P: ¿De qué ingredientes están hechas las madres?
R: Dios hace a las madres de las nubes y de cabello de ángel y de todo lo bueno del mundo y les pone una pizca de lo malo.
P: ¿Por qué Dios te dio esa mamá en específico en vez de alguna otra mamá?
R: Dios sabía que ella me iba a querer mucho más que las mamás de otras personas.
P: ¿Qué necesitaba saber tu mamá acerca tu papá antes de casarse con él?
R: Tenía que conocer su historial. ¿Si era un corrupto? ¿Si se embriagaba con cerveza? ¿Si ganaba por lo menos $800 al año? ¿Si le dijo «NO» a las drogas y «Sí» a las tareas?
P: ¿Qué hace tu mamá en su tiempo libre?
R: A las mamás no les sobra el tiempo.
P: Si pudieras cambiar algo acerca de tu mamá, ¿qué cambiarías?
R: Me gustaría que no tuviera esos ojos invisibles en la parte posterior de su cabeza.
A pesar de que esos niños aún no tienen todo averiguado, ellos sí saben lo importante que son sus madres en sus vidas. Como estos niños pueden decirnos, la maternidad es el trabajo más arduo, más exigente y más importante del mundo. Con las tantas opciones que existen para las mujeres de hoy, no nos olvidemos que no hay ningún llamado de Dios que sea más importante que el llamado a ser “mamá”.