“Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco.” – Juan 6:5-7
¡A todas las personas le gusta un almuerzo gratis, especialmente cuando tienen hambre y no tienen el dinero para comprar comida! Estados Unidos puede dar fe de eso por el enorme número de personas que usan cupones del gobierno para comprar alimentos. Para el 2012, el número había crecido a 48 millones de personas, a un costo de $ 78 billones de dólares para el gobierno. Eso es asombroso, pero volvamos al relato.
Jesús y sus discípulos estaban en algún lugar alrededor del Mar de Galilea. Una gran multitud de personas (que sumaban alrededor de 5,000) se acercó a ellos. Incluso cuando Jesús trató de dirigirse a las montañas, la multitud siempre le siguió. Hoy en día no fuese diferente.
Él le preguntó a Felipe, uno de sus discípulos, que ¿dónde [ellos] podrían ir a comprar lo suficiente alimento para alimentar a esas personas? Debemos recordar que no había un supermercado en ningún lugar cercano como tenemos hoy. Uno de los discípulos dijo que no tenían dinero suficiente para alimentar a todas las personas. Pero más tarde, otro discípulo, Andrés, le dijo a Jesús que había encontrado un niño que tenía una canasta con cinco panes y dos peces. El muchacho le ofreció a Jesús todo lo que tenía. Jesús tomó el alimento, dio gracias a Dios e hizo que se distribuyera la comida a todos los que estaban allí. Todos comieron hasta que estaban llenos y había todavía comida de sobra. (Doce canastas llenas de panes. Ellos no podían quedarse con los peces, ya que iban a empezar a oler.) ¡Hablar de un milagro! Las personas se pusieron realmente entusiasmadas con este almuerzo gratis y comenzaron a especular que tal vez Jesús podía ser el Profeta que habían estado esperando. Simplemente, quizás Él era la clave para que uno nunca tenga hambre de nuevo.
Así que, ¿qué significa esta historia para nosotros? Las personas estaban emocionadas porque Jesús llenó sus estómagos con la comida, pero no podían ver más allá de sus necesidades físicas. Sin embargo, Jesús sabía que sus mayores necesidades no eran físicas – sino espirituales. Así como lo es hoy en día. Él dijo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás”. Ellos no sabían de lo que estaba hablando. Ellos no entendían que Jesús suplió sus necesidades físicas para ayudarles a entender que sus mayores necesidades eran espirituales. ¿Conoces al Pan de Vida que trae satisfacción duradera? La próxima comida satisface un hambre inmediata por un corto tiempo. El Pan de Vida satisface nuestras necesidades más profundas para siempre.