“Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea”.—Génesis 2:18
El 28 de abril del 2015, la Corte Suprema de los Estados Unidos escuchó los argumentos que tenían que ver con la redefinición del matrimonio. Para el tiempo que usted esté leyendo esto, ya todos sabremos cuál fue la decisión de ese caso. No cabe duda que este es un caso histórico que tendrá un impacto duradero sobre la cultura estadounidense por muchos años en el futuro. Pues en muchas maneras, la Corte Suprema tiene más impacto que cualquier presidente estadounidense en lo que concierne al futuro y a la dirección de nuestra nación. A nueve personas se les ha otorgado una gran autoridad para procurar entender lo que es la verdad, lo que es el bien y el mal, lo que es correcto constitucionalmente. De hecho, la influencia que tienen esos jueces es muy grande.
Con eso en mente y en un tiempo cuando la discusión sobre la definición del matrimonio se está debatiendo con vehemencia en los círculos sociales, tanto políticos como religiosos, me encuentro algo interesante que el diccionario Webster (el cual no tiene ninguna parcialidad absoluta hacia un lado u otro) contiene la siguiente definición del matrimonio: “es la institución social bajo la cual un hombre y una mujer viven como esposo y esposa por compromisos legales o religiosos”. Me pregunto cuánto tiempo más va a aparecer esa definición en el diccionario. Supongo que el tiempo lo dirá. Pero hay una cosa que sí sabemos y es lo que dice Dios. Desde el principio, Él dejó muy claro de cuáles eran sus intenciones. Él inventó el matrimonio como la primera institución entre un hombre y una mujer (para toda la vida), mucho antes que existiese algún gobierno, antes que existiesen las sinagogas y las iglesias.
Por un tiempo, Adán fue el único ser humano que existía y, juntamente con los animales, el jardín estaba en perfecta armonía. Adán no mataba a los animales y los animales no se mataban entre sí. Los únicos dos trabajos que él tenía eran de cuidar el jardín y de nombrar los animales, lo cual hizo. Pero después de un tiempo, Adán comenzó a sentir que le faltaba algo y Dios vio eso y dijo que no era bueno que Adán estuviera solo. Entonces Dios hizo que Adán cayera un sueño profundo, tomó una costilla de su cuerpo y de esa costilla Dios creó el perfecto complemento, el perfecto homólogo, la suprema compañía humana. Dios creó la mujer y la creó a Su imagen, de la misma manera que había creado a Adán. Los dos eran iguales ante Dios.
Luego vino el matrimonio. Es aquí donde todo comenzó.