“No matarás”. – Éxodo 20:13
Hasta las personas que tienen una perspectiva pro-vida hablan de excepciones para su postura contra el aborto. Por ejemplo, ellos dicen “¿qué se puede decir de una adolescente soltera que haya sido violada?, ¿o de alguien que fue víctima de incesto? Ciertamente, el aborto necesita ser considerado en ese entonces, ¿verdad?” Mientras es cierto que necesitamos mostrar gran compasión y preocupación por cualquier persona que se encuentre en ese difícil dilema, también debemos reconocer que nunca podemos remediar un pecado cometiendo otro pecado. Dos males no hacen que uno sea bueno.
Por un lado, el aborto simplemente no es una solución al problema. El aborto simplemente agrava el horror. Incluso si el niño se aborta, permanecen las horribles consecuencias psicológicas. Como cristianos, debemos ir más allá de simplemente detener que se cometa el aborto, debemos también enfocarnos en las otras necesidades de la víctima. La adopción es ciertamente importante, pero también lo es proveerle a la mamá asistencias económicas, opciones para el cuidado del niño, asistencia médica, entrenamiento de empleo y, lo más importante, conserjería cristiana continua para ayudarla a lidiar con ese horrible pecado que se cometió en su contra.
Incluso esos servicios no van a remover por completo la devastación causada por la violación. Pero el aborto no resuelve nada. De hecho, sólo añade tumulto interno a la víctima. No importa lo horrible que sea la maldad cometida contra el hombre, Dios siempre puede traer bien de esa situación cuando buscamos hacer las cosas a Su manera. El cristianismo es para la vida y victoria sobre la muerte.