“Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. – Mateo 28:20
¿Alguna vez has confrontado un tiempo difícil en tu vida y la frustración se hizo más grande porque no parecía que Jesús estaba allí para ayudarte? Los discípulos enfrentaron una situación así. Jesús les dijo que entraran en la barca y que se fueran al mar mientras él se quedaría atrás para orar. De repente, se levantó una tormenta poderosa. Los aterrados discípulos la confrontaron por varias horas antes que Jesús, haciendo una entrada muy dramática, se presentara para confrontarla (con ellos). Entonces, ¿por qué Jesús no vino a ellos de inmediato?
Bueno, pensemos de la siguiente manera: Cuando estamos pasando por esos tiempos difíciles, es naturaleza humana para nosotros tener la mentalidad de que “sólo tengo que encontrar la salida de esto por mí mismo”. Los discípulos sabían que Jesús no estaba en el mar y suponían que no había nada que Él absolutamente pudiera hacer. Pero Cristo estaba orando por los discípulos en la orilla del mar cuando se levantó la tormenta. Debes entender que Jesús también está escuchando las oraciones que haces en medio de tus tormentas.
Tenemos que entender esto: No hay tormenta en tu vida que sea más fuerte que Jesús. El hecho es que Jesús no siempre nos da la perfecta paz y calma en el mismo momento que estamos derramando nuestro corazón a Él. A veces la calma viene después de la tormenta. Él nos traerá Su paz a Su tiempo. Puedes confrontar tus tormentas con valentía porque Jesús promete que Él estará contigo.