“Pero en cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las entradas de las casas; hablan el uno al otro, cada cual a su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd cuál es la palabra que viene del Señor”. Ezequiel 33:30
La historia es algo interesante. La estudiamos en la escuela y la celebramos en fiestas nacionales, pero ¿aprendemos algo de ella? El Antiguo Testamento está lleno de historia, pero no simplemente pase las páginas. Detrás de la historia, de las costumbres extranjeras y los complejos árboles genealógicos, hay tanto que podemos aprender – ¡en particular sobre qué no hacer!
Primero, pongamos el escenario: Cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia (en este tiempo moderno, Irak) atacó primero a Jerusalén, tomó cautivos a muchos judíos. Con el paso de los años, él terminó destruyendo la ciudad de Jerusalén, devastando a Israel. El futuro de Israel parecía deprimente. Fue ahí cuando el profeta Ezequiel apareció con un mensaje de Dios, explicando el curso de los acontecimientos. Entonces, ¿qué fue lo que salió mal?
- Ellos pusieron su vista en otro lado: Los israelitas habían quitado su mirada en Dios. Ellos comenzaron a poner otras cosas ante que Dios. ¿Suena familiar? ¿Qué puedes decir de tu empleo, tu esposa, hijos, carrera, finanzas? Esas cosas no son malas—HASTA que ellas comienzan a reemplazar a Dios en nuestras vidas, convirtiéndose en ídolos. ¿Qué hay de esos hábitos pecaminosos y de esos pecados secretos que crees que puedes ocultar? Todo eso es poniendo la vista en otro lugar.
- Ellos crearon una comunidad de violencia: Noticias recientes de los periódicos revelan la similitud que tiene el Estados Unidos moderno con el Israel de la antigüedad. Mientras discutimos, justificamos y nos herimos los unos a los otros con armas de fuego en nuestros hogares y en las calles, vemos similitudes con el Israel antiguo.
- Ellos no tenían deseo de cambiar: Los Israelitas se habían conformado con vivir en pecado. Ellos escucharon a Ezequiel y hasta estuvieron de acuerdo con mucho de lo que él decía, pero sus vidas no cambió. Ellos continuaron aceptando y justificando las cosas malas que estaban cometiendo, desde adulterio hasta prácticas deshonestas de negocios y muchas cosas más.
La raíz de todos esos problemas era el orgullo. Desde el antiguo Israel hasta el Estados Unidos moderno, el peligro del orgullo sucede cuando se comienza a reemplazar nuestra confianza en Dios con un falso sentido de seguridad autosuficiente. Eso puede conducir a todo tipo de problemas: relacionales, profesionales y dentro de nuestra cultura en general.
¿Estás luchando con el orgullo? ¿Qué cambios necesitas hacer? No será fácil, pero es posible aprender del pasado y evitar que se repita la historia en tu vida.