“Enseguida, hizo que sus discípulos subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, a Betsaida, mientras que él despedía a la multitud, pero después de despedirlos se fue al monte a orar”.—Marcos 6:45-46
Él estaba agotado, completamente cansado por tratar con la gente y sus problemas. Todo lo que él necesitaba era tomar un descanso. Se fue para pasar un tiempo a solas con Dios. Cuando lo hizo, su espíritu se renovó y se recargó. Cuando llegó la multitud, él pudo responder, la pudo cuidar y satisfacer sus necesidades.
Su nombre era Jesucristo y fue el hombre más ocupado que vivió sobre la faz de la tierra. Él logró más que cualquier persona antes de Él o desde Su tiempo hasta ahora.
Vivimos en un mundo muy acelerado que tiene grandes demandas para ocupar nuestro tiempo. Sin embargo, no hay persona que haya sido más ocupada que Jesús cuando caminó sobre esta tierra. ¿Por qué no aprendemos de él cuando estamos agotados, exhaustos y desgastados? Tomemos un tiempo para estar a solas con Dios. Si Jesús tuvo la necesidad de estar a solas con Dios por un tiempo, ciertamente también nosotros necesitamos hacer lo mismo.