“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas, para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.” Hechos 17:24,25 y 27
Mientras leía el mensaje de Pablo a la élite intelectual en EL Areópago de Atenas, Grecia, me acordé de una vez que visité Harvard. Me habían pedido que hablara con un grupo de estudiantes que se reunirían esa noche en el John Harvard Hall. Antes de hablar esa noche, nuestro anfitrión nos invitó a almorzar en el club de profesores donde nos acompañaron dos parejas jóvenes asiático-americanas.
Los dos hombres eran graduados del MIT y sus esposas eran ex alumnas de la universidad de Harvard. Fue “gracioso” escuchar a los dos graduados del MIT burlándose en broma de la educación «inferior» de sus esposas en Harvard (todo el mundo tiene a alguien a quien mirar por encima del hombro).
Les pedí a cada uno de ellos que me contaran su historia. Los cuatro tenían lo mismo en común: a pesar de su gran éxito académico, aún seguían sintiendo un gran vacío. Vieron que los estudiantes cristianos del MIT y Harvard poseían algo que ellos no tenían, y desesperadamente lo querían para sus vidas. Finalmente, llegaron a poner su confianza en Cristo y hoy en día, estos dos hombres son pastores y están buscando construir matrimonios centrados en Cristo con sus valiosas esposas.
Sus experiencias me mostraron que no importa cuán inteligente, cuán exitosa o cuán lograda pueda ser una persona, siempre hay un ‘agujero’ en el corazón que sólo Cristo puede llenar. Si te identificas con estas historias, espero que estés abierto a explorar las afirmaciones y la verdad de Jesús. Te prometo que llenarán ese ‘agujero’. No serás decepcionado.