«Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que allí queden. No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor su Dios.» Levítico 19:9-10
La Navidad llega con un poco de ironía para la mayoría de nosotros:
- Aunque deberíamos celebrar un tiempo de descanso, es una de las épocas más ocupadas del año.
- A pesar de que este año nos comprometemos a participar en tradiciones navideñas significativas y a disfrutar de nuestras familias, en lugar de eso, acabarán estresándonos.
- A pesar de intentar recordar el Regalo GRATUITO que vino envuelto en el nacimiento de Jesucristo, nos endeudaremos más en esta temporada navideña, que en cualquier otra época del año.
Básicamente, nos encontramos con muy poco margen: estamos demasiado extendidos – con nuestro dinero, nuestro tiempo y nuestras emociones.
O para usar una gran ilustración: tendemos a «arar hasta el borde de nuestros campos».
Si nos remontamos al libro del Levítico, vemos que Dios tampoco quería que su pueblo viviera así en aquella época. Les ordenó que dejaran algún margen en el borde. Él ordenó esto no sólo para que Su pueblo tuviera hábitos saludables, también era por el bien de otros que podrían vagar en sus campos. Algunos días la gente podría no venir; otros días sí. En cualquier caso, los bordes del campo eran para «por si acaso» alguien necesitaba comida para sí mismo o para su familia.
¿Y si esta Navidad las cosas fueran diferentes?
En lugar de una temporada navideña sin márgenes -una en la que hemos ido hasta cada borde proverbial-, ¿qué pasaría si adoptáramos una mentalidad de «por si acaso»?
- ¿Y si dejáramos algo de tiempo en nuestra agenda «por si acaso» tuviéramos la oportunidad de escuchar a alguien que tiene problemas por las fiestas?
- ¿Y si dejáramos un poco de dinero sin gastar «por si acaso» tuviéramos la oportunidad de proveer a una familia que está teniendo un año difícil económicamente?
- ¿Y si intencionadamente no llegáramos hasta el final porque, con fe, creyéramos que Dios nos haría llegar la necesidad de alguien?
¿Y si tuviéramos una Navidad por si acaso?
Pueden ocurrir cosas buenas cuando vivimos con un sentido de «por si acaso».
De hecho, se podría decir que la primera Navidad ocurrió porque alguien vivió con este sentido. Porque durante algunos días oscuros de Israel, todavía había un hombre que se tomaba en serio la ley de Dios y no araba hasta los bordes. Y como no lo hizo, una joven viuda llamada Rut pudo espigar el trigo de los bordes para proveer de alimento a ella y a su suegra, Noemí. Booz, el dueño de ese campo, terminó casándose con la espigadora Rut.
Y sólo unas pocas generaciones después llega Jesucristo.
Pueden ocurrir cosas increíbles cuando no se ara hasta los bordes de la vida.
Esta Navidad, deja espacio para «por si acaso».