« Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.» Filipenses 1:21
¿Cuál es el propósito de la vida?
En otras palabras, ¿por qué estamos aquí?
La forma en que respondemos a esta pregunta determina nuestra vida de innumerables maneras.
Pero tal vez debamos comenzar con una pregunta diferente.
Antes de preguntar: «¿Por qué estamos aquí?», deberíamos preguntar: «¿Para quién estamos aquí?».
Es un cambio sutil, pero supone una diferencia significativa.
La pregunta nos ayuda a evaluar quién está realmente en el centro de nuestro propósito: ¿Es Dios o el yo?
Muchos de nosotros tratamos de centrar nuestro propósito en torno a nosotros mismos, como si la vida girara en torno a nosotros.
Esto es como intentar que el sol orbite alrededor de la Tierra; el universo no está diseñado para funcionar así.
Desde el punto de vista bíblico, estamos hechos por Jesús y para Jesús (Colosenses 1:15).
Existimos para su gloria (Efesios 1:12) y para servirle humildemente, no al revés.
Pablo resume maravillosamente este concepto en doce palabras en Filipenses 1. Su encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco (Hechos 9) cambió por completo el propósito de su vida. A partir de ese momento, hubo un cambio fundamental en cuanto a para quién vivía. Vivía para exaltar a Cristo y darlo a conocer (Fil. 1:20).
Ante la posibilidad de morir en la cárcel, Pablo poseía una esperanza muy arraigada que ningún verdugo podría arrebatarle. Si moría, estaría en presencia de Jesús. Esta realidad calmaba sus temores y envalentonaba su testimonio.
Permítanme confesar que las palabras de Pablo me desafían increíblemente. La forma en que vivió su propósito es notable. Sin embargo, también parece inalcanzable.
A menudo me conformo con que mi fe en Cristo sea un segmento de mi vida, no el foco singular de mi vida.
El propósito de Pablo de magnificar a Cristo lo abarcaba todo. No había un área de su vida fuera de los límites de Jesús.
¿Podemos decir lo mismo?
Puede que no seamos misioneros a tiempo completo (como Pablo), pero deberíamos compartir su propósito de exaltar a Cristo en todas las cosas. No importa cómo pasemos nuestro tiempo a lo largo del día, estamos llamados a vivir para Jesús por encima del «yo».
Suena muy bien, pero ¿es esto realmente posible en el mundo real?
Sí, creo que sí, pero se necesita intencionalidad. No puedes vivir con un propósito si pones el control de crucero y vas a toda velocidad por la vida. Tres sugerencias:
- Hazte regularmente esta pregunta: «¿En torno a quién gira realmente mi vida: a mí o a Cristo?».
- Evalúa y realinea las áreas de tu vida tan a menudo como sea necesario.
- En medio de tus actividades diarias susurra esta oración: «Jesús, sé el centro».
Determina hoy no sólo ser consciente de por qué estás aquí, sino para Quién estás aquí.
Escrito por Jonathan Munson, Director Ejecutivo de RFTH