«Y hablando con él (Cornelio), entró, y halló a muchos que se habían reunido. Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo». Hechos 10: 27-28
En primer lugar, un poco de historia: Cornelio, un centurión romano, tuvo una visión que le mandaba a buscar a un hombre llamado Simón Pedro que se estaba quedando en una ciudad cercana.
¿El único problema? Cornelio nunca había visto a Pedro. Sobre ese mismo tiempo, Pedro tuvo una visión muy inusual de Dios liberándolo de las reglas dietéticas judías tradicionales que requerían comida estrictamente kosher. Pedro sabía que tenía que haber algo más en esta visión que simplemente un cambio en las leyes de alimentación del judaísmo, pero no estaba seguro de qué más podía significar, hasta que llegaron los hombres de Cornelio.
Es importante entender que, en este momento, los gentiles (no judíos como Cornelio) y los judíos no se llevaban bien. De hecho, los judíos ni siquiera se atrevían a poner un pie dentro de un hogar gentil por miedo a contaminarse. Podemos imaginar a Pedro reflexionando sobre su visión cuando esos hombres llegaron. Sorprendentemente, Pedro invitó a los hombres a entrar y al día siguiente fue a encontrarse con Cornelio en su casa.
Al conectar a estos hombres tan diferentes a través de estas visiones tan distintas, Dios estaba comenzando a romper las tradicionales barreras culturales. Mientras Pedro se sentó con Cornelio y toda su familia para compartir el Evangelio, el finalmente entendió el significado completo de la visión. Dios no muestra parcialidad. De hecho, cuando se trata de la salvación sólo hay una misión clara: Lleva el Evangelio de Jesucristo a TODA la humanidad, eso es todo el mundo, incluyéndote a ti y a mí. Ya que la mayoría de los seguidores de Jesús son gentiles, estoy muy agradecido de que Dios guió a Pedro a tomar la iniciativa con Cornelio.