«He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.« – Job 40:4
Esta son unas palabras directas para todos aquellos que van religiosamente a la iglesia los domingos pero que viven como el diablo de lunes a sábado. Normalmente personas que desarrollan esta doble vida se ven bien por fuera, pero cuando Dios mira dentro de ti, entonces queda evidente las impurezas que hay dentro del corazón. Normalmente esto genera en el desarrollo de estilos de vidas pecaminosos quién aparenta ser algo quien realmente no es.
La pura realidad es que esto es una mala noticia. Jesús es consciente y no aprueba esta trivialidad. También hay una buena noticia, que Él nos ama a todos independientemente que es lo que hayamos hecho en el pasado. Jesús dio su vida por la gente que desarrolla dobles vidas, Él murió por gente como tú y yo. Y algo totalmente importante es ser conscientes que el pecado nos separa de Dios. Imposibilita que haya relación y comunión, y por lo tanto, necesitamos pedirle perdón genuinamente. Jesús es la única esperanza para cambiar el problema de la separación. Jesús es el puente a la reconciliación con Dios, entonces y solo de esta forma es que podemos estar a bien con Dios.
Este es el gran punto, que cuando somos transparentes con Dios y con los demás, entonces en ese momento comenzamos a ser más como Jesús.