“Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios”.
1 Pedro 3:3-4
¿Qué es la belleza? Bueno, depende de a quién se le pregunte. Las culturas y las personas individuales tienen definiciones muy diferentes, pero una cosa sigue siendo igual: la belleza es altamente valorada. Sólo tienes que echarle un vistazo a cualquier revista, comercial, o al último éxito de Hollywood: la belleza siempre es una industria multimillonaria.
No tiene nada de malo con querer ser bella. Después de todo, la belleza es un regalo de Dios. Y ninguna creación es más bella que una mujer hermosa. Sin embargo, hay un peligro con el intento excesivo por ser bella al punto de descuidar la relación de uno con Dios. La Biblia dice que la belleza debe ser algo más que un enfoque externo.
¿Por qué dice la Biblia eso? Porque la belleza externa se desvanece. Es temporal. Al igual que la capacidad atlética de un gran deportista se desvanecerá, también sucede así con la belleza en una mujer. La Biblia no está diciendo que una mujer no debería preocuparse por su apariencia o que no debería hacer nada para mejorar su belleza. Lo que la Biblia dice es que ella debería revisar sus prioridades, centrándose en lo que perdura. De lo contrario, hay la tentación de volverse egoísta y narcisista, excesivamente materialista, o incluso seductora en el enfoque que ella tiene en la belleza—todo lo cual la puede llevar a percepciones muy poco saludables de sí misma y de los demás.
En vez de eso, Dios dice que nos debemos enfocar en el corazón—en la belleza interior que viene como un subproducto de la verdadera devoción a Jesucristo. Y a medida que esa devoción a Cristo crece (a medida que una persona camina con Cristo a través de los altibajos de la vida), esa belleza interior crecerá—sin importar cómo la sociedad se fija sólo en la belleza exterior. Es por eso que vemos a mujeres mayores que literalmente ponen más hermosas con la edad. Su espíritu, su rostro, su virtud—¡es una maravilla de contemplar!
Así que damas, ¿qué van a escoger? ¿Se enfocarán más en una belleza que se desvanece y cambia con la cultura, o en una belleza que dura para siempre y que crece con el tiempo?