Camina conmigo.

¿No seria genial si como Abraham, escucháramos estas palabras de Dios?

Después de un largo y estresante día de trabajo, o de una terrible discusión con su esposo o esposa, o cuando se enfrenta a una delicada toma de decisiones en su vida, “camina conmigo.” En los días cuando necesitamos verdaderamente una cita cara a cara con el Creador del Universo, el único que puede ver mas allá de nuestra actual crisis, ¿Cómo podemos caminar con Dios?

Tal como en cualquier relación, la comunicación es la clave. Es una vía de dos direcciones: uno habla y otro escucha. A medida que aprenden más el uno del otro, la confianza, la vulnerabilidad, y la intimidad se desarrollan. Aprender a caminar con Dios ocurre de la misma forma; es estar cerca de Dios a través de Jesús.  Esto lo hacemos hablando con Dios a través de nuestras oraciones y escuchando a Dios hablar a través de su Palabra. Simplemente, empezamos a caminar con Dios a través de la oración y la lectura de la Biblia.

Demasiado a menudo nos acercamos a Dios como negociadores; le damos una lista llena de peticiones respaldadas con razones que supuestamente merecemos. Pues seamos honestos. ¿Es este el tipo de amistad que queremos tener con otros? ¿Se puede esto si quiera considerar amistad? Probablemente no nos sorprende escuchar que Dios quiere algo más con nosotros.

Abraham, la única persona en la Biblia que ha sido llamada amigo de Dios, hablaba con Dios para darle alabanza, decirle sus dudas, pesares y todas las cosas. Y el escuchaba a Dios. Finalmente, a través de todo ello, el confió en Dios. Y eso es lo que le hizo tan grande. Su fe fue honesta y real con Dios.

A través de lo bueno y lo malo, a través de la fe y las dudas, Abraham camino con Dios. ¿Cuál es tu historia? Tienes una vida y una sola elección. Caminar con Dios o ir tu solo.

¿Que escogeras?