«Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.» 2 Corintios 12:9-10
La debilidad es temida por todos en nuestra sociedad.
Nadie quiere parecer débil ante otros, ser fácil de convencer, admitir o revelar sus defectos. Desde la fuerza física, hasta la perspicacia para los negocios, hay algo que comunicamos a otros cuando nos mostramos fuertes, confiados y dar apariencia que estamos en control. Eso comunica éxito en nuestros días. Entonces, ¿cómo puede el apóstol Pablo estar «gozoso en medio de las debilidades»? ¿Cómo puede presumir con gusto de sus defectos? En todo caso, se nos enseña a ocultar nuestros defectos. Así que, esto no tiene sentido.
La Biblia define el llamado de seguir a Jesús haciéndolo en fe, viviendo en fe (Efesios 2: 8-9). Esto significa que hemos de elegir entregar el control a Dios. Significa reconocer la gran necesidad que tenemos de alguien que si puede estar verdaderamente en control. Significa admitir que no podemos hacerlo por nosotros mismos. Vivir por fe significa confiar en alguien que no sea nuestro propio yo.
Algunos podrían pensar: Esto suena más a debilidad, que a valentía. Después de todo, la gente más valiente no necesita a nadie, ¿no es cierto? No lo es según la palabra de Dios. La Biblia dice que vivir por fe exige una fuerza mucho mayor que la nuestra. Piénsalo. ¿No se necesita una increíble cantidad de fe para admitir que necesitas ayuda, que no puedes hacerlo solo?
En Josué 1:9, Dios desafía a Josué a «ser fuerte y valiente» ante el miedo y la duda. En este caso, Dios no está hablando de que Josué sea más fuerte físicamente o que sea más fuerte que las otras personas que están a su alrededor. Ser fuerte y valiente es reconocer su necesidad de Dios y poner su fe en la fuerza de Dios. De igual manera es para nosotros hoy. Al final, nunca se supuso que se tratara de nuestras fuerzas individuales sino de elegir confiar en las fuerzas de Dios. Se trata de confiar en una fuerza dada por Dios incluso cuando nos sentimos débiles.