«Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.» Mateo 6:14-15
Podríamos seguir y seguir caso tras caso y situación tras situación demostrando lo mismo: las relaciones, el divorcio y el volverse a casar son muy complicados. Entonces, ¿cómo hace un cristiano divorciado para volver a casarse? No te pierdas esto: Si el nuevo matrimonio que usted está considerando es el resultado de un asunto adúltero que condujo a su divorcio, siempre es incorrecto. Sin embargo, si el nuevo matrimonio no tiene nada que ver con el divorcio que ocurrió, hay algunas cosas que hacer antes de decir «sí quiero».
- Pídele perdón a Dios. Pero mi esposa me engañó y pecó contra mí. «¿Por qué necesito el perdón? La verdad es que nadie excepto Jesús es 100% inocente. Todos somos pecadores. Y cualquiera que haya pasado por un divorcio necesita pedir el perdón de Dios por su parte, no importa cuán grande o pequeño sea.
- Perdona a tu ex. Para algunos esto puede parecer imposible, pero con Jesús no es opcional. Debemos perdonar a otros de la misma manera que Dios nos perdona a nosotros (Efesios 4:31-32). Y si no lo hacemos, Él no nos perdonará. ¡Vaya, eso es fuerte!
- Pídele perdón a tu ex e hijos. Ya sea en persona, por escrito o por teléfono, asegúrese de reconocer que se quedó corto en esta relación. Esto es clave cuando se trata de niños y niñas. Asegúrese de que una vez que sus hijos estén en edad de entender, usted reconoce su parte en la relación rota y les pide perdón.
- Tómate tu tiempo. Ya sea por falta de perdón o falta de voluntad para perdonar, la carga emocional no resuelta y el dolor serán cargados sobre el nuevo cónyuge. Usted le debe a esa persona tomar el tiempo para sanar y hacer lo correcto con Dios.
El divorcio nunca es el plan de Dios. El matrimonio está destinado a ser para toda la vida. Pero para aquellos que están divorciados, una vez que han buscado el perdón de Dios, son perdonados para siempre. No te aferres a la culpa y al arrepentimiento. Confía en Dios, en Su Palabra de que «si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).