«La hierba se seca y se marchita la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.» – Isaías 40:8
Lo mejor de las películas de Indiana Jones fue la primera: «En Busca del Arca Perdida.» Indy, interpretado por Harrison Ford, es un arqueólogo que sigue los caminos y pistas que le permite arrebatarles el Arca del Pacto de las manos, ¿estás listo para esto?, de los Nazis. La película termina con una simple caja conteniendo el Arca, la cual está apilada entre miles de otras cajas anónimas en un gigantesco almacén del Gobierno, que supuestamente se perdió unos pocos miles de años atrás.
A excepción de las serpientes – y odio a las serpientes, ésta fue una gran película. Lamentablemente, su premisa es todo Hollywood. El Arca del Pacto no está perdida; fue destruida hace miles de años. El templo judío donde estaba el Arca fue destruido dos veces. Una vez por Nabucodonosor, el gran líder de Babilonia en el 586 a.C. y luego en el año 70 d.C, los romanos destruyeron el templo una vez más, por lo que realmente sólo queda polvo de eso ahora.
Por lo tanto, si el Arca representaba la presencia de Dios al pueblo de Israel, ¿Por qué iría Dios a permitir que la destruyeran? Tal vez Dios permitió eso porque Él sabía que si la tuviésemos con las dos tablas de los diez mandamientos dentro, podríamos construir un santuario y adorarla. Pero, sobre todo, Dios lo permitió, debido a Jesús murió y subió nuevamente, podemos tener la presencia de Dios dentro de nosotros en todo momento cuando confiamos en Cristo como Salvador y Señor. Esa presencia se llama el Espíritu Santo.
Encontrar a Jesús es mucho mejor que encontrar un arca perdida.