El béisbol de Patio y el Espíritu Santo

12 de mayo de 2024

» Esta es la palabra del Señor para Zorobabel: “No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu…dice el Señor Todopoderoso…”  Zacarías 4:6

Mientras crecía, jugaba mucho al béisbol en el patio trasero con mi padre y mi hermano mayor.

Sólo había un problema: yo no era tan bueno. Como sólo tenía 4 ó 5 años, tenía problemas para golpear la pelota. La mayoría de las veces, por mucho que me esforzara, daba un golpe al aire y fallaba.

Recuerdo que golpeaba el bate contra el suelo y gritaba frustrado: «¡No puedo hacerlo!».

¿Sabes lo que hacía mi padre?  Se ponía detrás de mí, rodeaba con sus brazos los míos y agarraba firmemente el bate.  Con su ayuda, golpearíamos la pelota juntos.  Yo no me limitaba a hacer contacto con la pelota; ¡la golpeaba!

Ahora que soy un adulto de mediana edad que se enfrenta a un sinfín de responsabilidades y desafíos, lo que está en juego es mucho más importante que un partido de béisbol en el patio trasero.  Sin embargo, al recordar aquellas tardes de verano, reconozco que me enseñaron una lección duradera sobre el Espíritu Santo. Permítanme explicarlo reflexionando sobre Zacarías 4.

A Zorobabel, el gobernador de Judá en aquel momento, se le encomendó la tarea de dirigir el enorme esfuerzo de reconstruir el templo. A los pocos años del proyecto, el progreso se había estancado.  Los israelitas se habían enfrentado a una prueba tras otra.  Estaban físicamente agotados y espiritualmente desanimados. Ante la abrumadora magnitud de la tarea, Zorobabel había agotado su capacidad de liderazgo. Estaba pensando en rendirse.

Entra Zacarías. Sus palabras a Zorobabel son una refrescante fuente de ánimo.  No sólo le aseguraba a Zorobabel que la reconstrucción se llevaría a cabo, sino que le decía cómo iba a ser posible. No por ingenio humano, ni por pura fuerza de voluntad, sino por el Espíritu de Dios.

Al igual que mi padre me permitió golpear la pelota hace tantos años, el Espíritu iba a capacitar a Zorobabel para hacer algo que no podía hacer con sus propias fuerzas.

Un Zorobabel cansado gritaba: «¡No puedo!».

Zacarías le recordó: «Pero Él puede».

Tal vez tu alma necesite hoy el mismo recordatorio.

Para aquellos de nosotros que somos seguidores de Jesús, tenemos Su Espíritu residiendo en nosotros 24/7 (Efesios 1:13,14).  La vida cristiana no está destinada a ser una vida de autosuficiencia, sino de dependencia del Espíritu.  Ciertamente poseemos habilidades, talentos, intelecto, recursos, experiencia, etc.  Sin embargo, no deben ser nuestro principal modus operandi.  Hemos de estar llenos del Espíritu y guiados por él (Efesios 5:18, Gálatas 5:25).  En nuestra vida diaria, debemos elegir una postura perpetua de dependencia del Espíritu de Dios.

Hoy, cuando te enfrentes a las limitaciones de tus habilidades naturales, ya sea en una situación grande o pequeña, confiesa tu necesidad de que Su Espíritu haga lo que tú no puedes.  En otras palabras, deja que Él maneje el bate.  Él te capacitará para hacer lo que no puedes hacer por ti mismo.