«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.» Efesios 4:26
Este es uno de los versículos que siempre comparto con parejas jóvenes que van a casarse. No permitáis que el sol se ponga sobre vuestro enojo, porque el diablo se hará con el gobierno de vuestras vidas (Paráfrasis). En todo tipo de relaciones existen diferencias; conflictos entre amigos, familiares e incluso en el trabajo. Todos seremos tentados a perder la paciencia y enfadarnos, pero debemos de tratar la situación inmediatamente. No dejemos que la ira crezca dejando o ignorando la situación. No dejemos que el sol se ponga sobre nuestro enojo, tratémoslo.
- No perdamos la calma. Perder el buen temperamento no es solo pecado, sino que además es destructivo para nosotros mismos como para otros en muchas ocasiones.
- Acción versus reacción. Actúa de una manera positiva. Contrólate a ti mismo, es demasiado importante.
- Confronta cuando sea necesario. No de una mala manera, sino de modo firme cuando alguien se pase de la línea.
Si has ofendido o hecho mal a alguien de cualquier modo, confiesa tu pecado primero a Dios y después a esa persona. Pide perdón y sigue adelante. No pongas excusas por tu mal comportamiento, eso solo irritará aún más a la persona ofendida. Se sencillo: “Estaba equivocado,” “Lo siento.” Esto no significa que la persona a la que hemos ofendido siempre aceptará nuestras disculpas, pero la Palabra de Dios es clara: “Si es posible, en lo que dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” (Romanos 12:18.)”
¿Cómo respondes cuando te enfadas? No permitas que el sol se ponga sobre tu enojo. Confróntalo, confiésalo y recuerda que Jesús se airó, pero nunca pecó. Jesús es el ejemplo perfecto de cómo tratar con la ira de la mejor manera posible.