Jesús respondió: El más importante es: “Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor[d] —contestó Jesús—. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Marcos 12:29-30
Amar a Dios con todo tu corazón significa amar a Dios con todos tus sentimientos, con todas tus emociones y con toda tu pasión.
Ahora bien, la pasión es un término muy candente en nuestra cultura contemporánea. Cuando la gente pregunta: «¿Cuál es tu pasión?», lo que realmente están preguntando es ¿qué te emociona? ¿Qué te hace salir de la cama cada día? ¿En qué puedes perderte mientras realizas algo? Puede ser una determinada ideología, una causa social o la política. Tal vez sea una pasión por el teatro, el cine o la música. Podría ser una pasión por ganar dinero, por la forma física o por ver los deportes universitarios.
Puedes apasionarte por muchas cosas, pero la pasión número uno en tu vida debe ser tu relación con Dios.
Piensa en tu relación con Dios. Cuando usted vino a Cristo por primera vez, había tanta alegría y hambre de aprender todo lo que pudiera sobre este Dios que sacrificaría a su Hijo, Jesús, en la cruz para ofrecerle la redención del pecado y una relación con Él. Tenías hambre de la Palabra, de adorarle y alabarle, e incluso de contar a los demás tu inmerecida y a menudo incomprensible transformación de vida a través de Cristo Jesús. Hubo un verdadero entusiasmo y pasión en esos primeros días, meses, incluso años.
Pero el tiempo pasó y los muchos desafíos y oportunidades de la vida volvieron a distraerte de tu relación con Dios. Eventualmente, otras cosas (muy a menudo cosas importantes) se convirtieron en una prioridad más alta que tu camino con Dios. Y eso es un problema. Si estamos más apasionados por cualquier otra cosa en la vida que por nuestra relación con Dios, entonces nuestras prioridades están simplemente fuera de lugar. Jesús nos recuerda que cuando entregas tu corazón a Dios, quieres mantener esa pasión y amarlo con todo tu corazón.
Examina tu corazón. ¿Has perdido algo de esa pasión original por tu fe? ¿Has antepuesto alguna otra cosa en la vida a Dios? Si es así, pídele a Dios que te perdone donde tu corazón ha flaqueado. Pídele que te devuelva a ese momento en el que experimentaste por primera vez la gracia, el amor y la redención inmerecidos de Dios a través de la fe en Jesucristo.
Reflexiona sobre tu viaje de fe personal y todos los altibajos que Dios ha atravesado contigo. Que hoy sea el día en que vuelvas a ese primer amor, en el que amas a Dios con todo tu corazón.