“Y Ester les dijo que respondieran a Mardoqueo: Ve, reúne a todos los judíos que se encuentran en Susa y ayunad por mí; no comáis ni bebáis por tres días, ni de noche ni de día. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y así iré al rey, lo cual no es conforme a la ley; y si perezco, perezco”. Ester 4: 15-16
Ester era una mujer valiente, quien utilizó su influencia para salvar a su pueblo. A pesar de ser la reina de Persia, el rey no tenía ni idea de que Ester era judía. Cuando Ester se enteró de una propuesta para eliminar al pueblo judío, ella se confrontó a tener que tomar una decisión: defender a su pueblo y arriesgar su propia seguridad, o permanecer callada. Al final, su valentía prevaleció. Hablar de una mujer de influencia; ¡Qué tremendo ejemplo de fe y coraje!
Muchas mujeres pudieran leer esta historia y pensar: «Bueno, mi vida ciertamente no se parece a la de Ester. ¿Qué influencia tengo yo?» Y la respuesta a esa pregunta es: realmente tienes mucha. Hoy en día, los papeles de las mujeres toman muchas formas. Algunas mujeres tienen carreras de tiempo completo, mientras que otras están ocupadas en casa como mamás. Y todavía otras caen en algún lugar en las que hacen maniobras entre el trabajo, la vida y las responsabilidades familiares. Independientemente de cómo definas tu nivel particular de influencia, la Biblia identifica tres poderosas esferas de influencia que muchas mujeres tienen: su esposo, sus hijos y sus amigas (las personas que ella tiene más cercana en su vida).
En otras palabras, la mayor influencia personal, para bien o para mal, va a venir desde la casa. Así que para las esposas, esta influencia incluye a su esposo. Para las madres, serán sus hijos. Y para las abuelas, sus nietos. Nunca pase por alto el tremendo impacto duradero que puede ocurrir cuando una madre o un padre tiene una influencia personal en una vida. ¡Esa influencia puede tener un efecto dominó en la sociedad y la cultura en general!
¿Al final de cuenta, cómo puedes ser tú esa persona de influencia positiva la cual Dios desea que seas? Eso comienza con una relación con Jesucristo. En el proceso, el Espíritu del Señor te guiará, animándote y motivándote a compartir la verdad que viene de la Palabra de Dios. Tú también puedes influir en los demás, apuntándolos a Cristo. Y esa es una influencia transformadora de vida.