EL PRECIO DE LA COMODIDAD

5 de agosto de 2024

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”
2 Corintios 1:3-4 

Todos queremos perseguir una vida cómoda. Ninguno de nosotros queremos preocuparnos por llegar a fin de mes, queremos tener suficiente comida, ropa y comodidades para disfrutar la vida, o al menos vivirla cómodamente. Y no hay nada intrínsecamente malo en buscar la seguridad, tranquilidad financiera o el bienestar. Así que, cuando leemos sobre el «Dios de todas las misericordias,” es fácil para nosotros traducir y entender esa frase como el «Dios de mis comodidades.” Empezamos a pensar que Dios debe de hacer todo para que resulte en que vivamos vidas fáciles, seguras y sin peligro alguno.

El problema, sin embargo, comienza cuando nos enfocamos más en perseguir una vida que sea cómoda, predecible y «segura», en lugar de una vida que persiga la voluntad de Dios. Cuando eso es así rápidamente empezamos a perder de vista la belleza de Dios y nos enfocamos en nosotros mismos.

¿Qué piensas sobre esto? Veamos juntos dos problemas que se levantan cuando buscamos por encima de todo nuestro propio bien desplazando la voluntad de Dios:

1. La comparación: ¿Cómo es una vida segura y cómoda? Bueno, depende dónde se mire. El salario que se gane puede proporcionar tranquilidad a uno pero al mismo tiempo puede ser insuficiente para otro. Cuanto más intentemos medir nuestro nivel de bienestar y satisfacción con respecto a los demás, más descubriremos que siempre hay alguien con un mayor «fondo de emergencia” en su ahorro, o que tenga mayor seguridad en el trabajo – viviendo una vida más “cómoda.» La comparación nos robará la alegría y el gozo de nuestras bendiciones y provisiones de parte de Dios.

2. Plan de Dios vs mi plan: Dios no llamó a los cristianos a una vida de seguridad y comodidad, sino a una vida de fe, sacrificio y riesgo. Para que seamos una bendición a otros, amándoles y sirviéndoles y para que esto sea as’i es necesario un paso de fe, pasos de sacrificio. Este sacrificio a veces es tu tiempo, tu dinero, o tu comodidad. Sin fe es imposible agradar a Dios, y los pasos que nos pide Dios nos obligan a o todos a salir de nuestra zona de confort, nos obliga a salir de nuestro plan y seguir el de Dios.

Dios no nos prometió una vida segura y fácil, pero sí nos prometió una vida de gozo que perdura mas allá de las circunstancias presentes – si elegimos darle el control a Dios y decidimos creerle a El.

Puede que no siempre sepamos a dónde vamos o qué hay a la vuelta de la esquina para nuestras vidas, pero podemos confiar en que no estamos solos en el viaje, y que el Dios de toda misericordia (comodidad) se ocupará de todos los detalles. Sabemos que la vida es impredecible para nosotros, pero no para Dios. Nada le sorprende y esto nos reconforta bastante. ¿no lo hace contigo? Recuerda sus promesas. Son vida. Están vigentes. Hay un Dios.