“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.–Génesis 2:24
Dios ha decretado que la relación humana más importante en un matrimonio es la que tenemos con nuestra esposa o esposo. Hombres y mujeres: tenemos que dejar a nuestro padre y madre y unirnos a nuestro cónyuge. Eso no quiere decir que amemos menos a nuestros padres o a nuestros hijos, sino que la prioridad siempre debería ser con nuestro cónyuge. En otras palabras, el esposo y la esposa están llamados a ser mejores amigos. No debería haber ninguna otra persona en la tierra que sea más cercana a nosotros, como amigo o amiga, que nuestro cónyuge. Y si la hay, nuestras prioridades están fuera de lugar y necesitamos confesar nuestro pecado a Dios y pedirle que nos perdone y que nos ayude a poner las prioridades de nuestra vida en orden.
Con frecuencia, hablo de la importancia de una cita semanal (o salida de la pareja) que tengan el esposo y la esposa. A eso le llamo el tiempo de “enamorarse otra vez”. Mi esposa, Anne, y yo todavía tenemos nuestra cita semanal aun después de estar casados por más de cuarenta años. Cada vez, es como si nos estuviéramos vinculando otra vez. Me sigue sorprendiendo de que después de todos esos años, yo puedo mirarla a la cara y decirle, “Anne, ¿no es sorprendente? Hemos pasado todo este tiempo juntos y no hay otra persona con la que quisiéramos estar más que no sea entre nosotros”. No hay nada que se iguale a tener a tu esposa como tu mejor amiga. Eso es una verdadera clave para el matrimonio de la manera que Dios lo diseñó.