«Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.» – Génesis 2:17
Quizás fueron las palabras añadidas de Adán a Eva las que dieron a la serpiente su oportunidad. «¡No comerás de él ni lo tocarás, para que no mueras!»
Espera, ¿es eso realmente lo que Dios le dijo a Adán?
¡Eso sería un gran NO!
Cuando Dios estableció las reglas de la casa para el jardín, le dijo a Adán que nadie podía comer de cierto árbol o la muerte sería el resultado. No dijo nada sobre tocar la fruta.
Parece que Adán, probablemente con buenas intenciones al contarle a Eva el mandato de Dios, añadió sus propias palabras, «o tocarlo». Tiene sentido. Si no puedes tocarla, no puedes comerla. Parece una cosa tan pequeña, ¿no? Sin embargo, con esas tres palabras añadidas, Adán le dio al diablo la capacidad de desafiar la afirmación de Eva de que sólo tocar la fruta causaría la muerte. (Ahora recuerde, Dios nunca dijo eso).
Verás, este tipo de cosas es una de las principales razones por las que el diablo tiene tanto éxito en meterse con nosotros. Él encuentra pequeñas lagunas en los pecados que cometemos y argumenta que seguramente Dios no estaría realmente molesto por ese pequeño pecado – ah, el legalismo en su máxima expresión. Así que, ¡quitamos nuestros ojos de Dios para discutir con el diablo!
¿Dónde está la lógica en eso?
Añadir a las palabras de Dios no sólo es pecaminoso, sino que siempre lleva a la confusión.
Noticia de última hora: Dios nunca es el autor de la confusión.
Intentemos aprender del error de Adán y seamos cristianos eficaces compartiendo sólo la perfecta Palabra de Dios tal y como está escrita, sin añadir nuestras propias palabras.