JONAS: APRENDIENDO A AMAR A UN “ENEMIGO“

11 de octubre de 2024

«Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.» – Jonás 3:10 – 4:1

La historia de Jonás es bastante común si has crecido alrededor de la iglesia. Dios llamó a Jonás para que fuera a predicar a la ciudad más grande, más malvada y moralmente en total decadencia de la época… Nínive. Esta nación era un enemigo conocido de Israel, y francamente era un pueblo cruel y aterrador, Jonás conocía esto bien. Así que, se fue a un barco y huyó, se fue camino en la dirección opuesta a la que tenía que ir. Asegúrate de leer la historia completa (Jonás capítulos 1al 4) para conocer todos los detalles de cómo Jonás aprendió de la manera más dura que no puedes escapar de Dios.

Ahora queremos centrarnos en el principio de la historia: El llamado de Dios para que Jonás se acerque a un enemigo conocido. Jonás no sólo estaba aterrorizado ante la idea de aparecer en el umbral de su puerta no solamente por su propia reputación, sino que también estaba orgulloso de los israelitas. Y como tal, lo último que quería hacer era visitar a un enemigo conocido por todos. Sería como un pastor americano después del 11 de septiembre viajando a Afganistán para compartir el Evangelio de Cristo con los talibanes; o un judío-americano dirigiéndose a la Alemania Nazi durante la primera guerra mundial con un mensaje de esperanza y llamado al arrepentimiento a través de la persona de Jesucristo. No es una respuesta natural sin lugar a dudas, pero es la respuesta de Dios. 

Lo que Dios le estaba enseñando a Jonás – y a todos nosotros hoy en día – es que el amor, la esperanza y la redención que se encuentra en Jesucristo está disponible para TODOS, independientemente de tu pasado. Está disponible para un profeta rebelde cuyo orgullo nacionalista se interpuso en el camino de la obediencia a Dios y para una ciudad entera que cometió innumerables atrocidades. Ese mismo amor está disponible para ti y para mí. ¿Por qué? Porque «cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8).  GLORIA A DIOS.

Ahora, avancemos rápidamente hasta el día de hoy. La sociedad está más dividida que nunca; las conversaciones parecen romperse antes de empezar. Se asume lo peor, y en lugar de escuchar con una postura de entender, escuchar y aprender lo que otra persona esta diciendo,  en lugar de eso, se cierran los canales de comunicación. ¿Crees que estoy exagerando? Reúne a una familia para hablar de política o deportes, alrededor de la mesa y veamos qué pasa. A menudo la ira es la respuesta después de un tiempo o bien la indiferencia hacia la otra persona.

Si tenemos la intención de salvar esta división, entonces tenemos que empezar a escucharnos unos a otros. Esto no significa que siempre tenemos que estar de acuerdo, sino que entramos a las conversaciones con la disposición de respetar y amar como un hijo de Dios debe hacerlo. ¿Por qué molestarse en esto, podrías preguntarte? Porque Dios no es un Dios de UNA nación, UNA cultura o UN partido político. Dios es para TODOS: cada tribu, lengua y nación (Apocalipsis 7:9).

Y el momento en que juzgamos a otra persona como más merecedor del juicio de Dios que nosotros mismos, es el momento en que como Jonás, empezamos a huir de Dios en lugar de caminar con Él. Si has estado luchando para amar a los que son diferentes o que comparten diferentes visiones del mundo, empieza a pedirle a Dios que te de ojos para verlos como Él lo hace – hijos potenciales de Dios, a quienes Él ama. Dios envío a su HIJO Jesucristo por amor.