“Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen”. – Colosenses 3:20-21
Criar es difícil. Sólo tienes que ver todos los libros, blogs y ‘servicios profesionales” ofreciendo el último y mejor método. Está bien claro que estamos buscando ayuda. Entonces, ¿qué tiene que decir la Palabra de Dios sobre este tema? Cuando la Biblia menciona criar niños, ella específicamente le señala a los papás a—no exasperar o desanimar a sus hijos. Madres, eso también va para ustedes, ya que mucha de la educación y del cuidado de los niños cae sobre la mamá. Sin embargo, es obvio que Dios tiene un rol importante para los papás en criar hijos saludables.
Entonces, ¿cómo ‘exasperamos’ o ‘desanimamos’ a nuestros hijos?
- Siendo muy estrictos o rígidos: creer que no hay maneras que tu hijo te pueda agradar, destroza su espíritu. Los niños tienden a resentirse, amargarse y enojarse.
- Siendo poco severo, pasivo o desconectado: Esto puede parecer como alguien que le da prioridad al trabajo, a los pasatiempos o a algún deporte en particular por encima de la familia. Los hijos piensan que ellos no tienen ninguna importancia para el papá.
- Desertando la familia: El hecho es que más de 40% de todos los niños nacidos en los Estados Unidos hoy en día nacen en hogares donde no hay un papá. El resentimiento, la amargura y la depresión que los niños sienten cuando el papá abandona la familia o simplemente cuando no está presente, pues bien, es algo difícil de describir.
- El papá no ama a la mamá: La mejor manera de ser buenos padres es amando a tu cónyuge. Nada le da mayor seguridad, mayor estabilidad emocional a un niño que ver que su mamá y su papá se aman y se respetan mutuamente. Y nada causa mayor daño al psiquis y a la imagen propia de un niño que ver a su mamá y a su papá en contienda.
Tener una familia y criar son dos cosas muy difíciles. No hay un modelo que funcione para todo. De hecho, es muy obvio que la “familia moderna” de hoy es mucho más complicada.
Sin embargo, el poder del evangelio es el poder que transforma tu familia, sin importar la situación. No importa lo disfuncional o lo saludable que parezca tu familia, tus hijos y tu vida, escoge vivir contracultura. Deja que Dios entre ese círculo y verás cómo tu vida familiar se comienza a transformar.