Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. – Filipenses 1:21
Recientemente leí de un escocés del siglo XVII llamado John Brown. Brown era un devoto cristiano que, debido a su fe, era visto con desdén por un aristócrata. De hecho, este aristócrata estaba haciendo todo lo posible para conseguir que Brown se retractara de su profunda fe. Él hasta le amenazó con disparar y asesinarle delante de su esposa e hijos si él no se retractaba. Brown aún se negó. Así que este aristócrata ordenó que se le disparase a John Brown, pero ninguno de sus hombres lo hacía porque sabían que este hombre era inocente. Como resultado, el aristócrata caminó hacia John Brown, le disparó y lo mató a sangre fría. Luego se viró hacia la esposa de Brown y le dijo,
«¿Qué piensas de tu marido ahora?»
Ella le miró y dijo tranquilamente: «Yo siempre he pensado muy bien de mi marido, pero nunca le había puesto en tan alta estima como en el día de hoy.”
Para el cristiano, la muerte no es el final, no atemoriza, ya no tiene poder porque Jesús en la cruz la venció. Si te identificas con Cristo entonces puedes hacer de su victoria la tuya porque Él la comparte a quienes depositen fe genuina en su persona y obra. Y entonces digas y te regocijes hoy tal como lo hizo Pablo, «Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia.»