“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. 29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaias 40:28-31
¿A quién le gusta esperar?
Creo que casi todo el mundo odia esperar.
Entonces, ¿qué dice eso de mí – y de ti?
ESPERAR REVELA QUIÉN TIENE EL CONTROL
– «¡Quiero lo que quiero y lo quiero ya! Cuando me obligan a esperar, me ofendo, a menudo, ¡me enfado y me frustro!».
– El tráfico es una agresión personal contra mí. ¿Cómo se atreven todos esos coches a interponerse en mi camino cuando tengo cosas importantes que hacer?
– ¿Ponerme al teléfono en espera? No, gracias. Tengo cosas mucho mejores que hacer con mi tiempo que sentarme al teléfono a escuchar música de ascensor.
Odio esperar porque quiero tener el control.
La cultura acelerada en la que vivimos es muy diferente a la de hace, digamos, 30, 40 o más de 50 años:
– La gente tenía que plantar un campo y esperar a que crecieran sus alimentos. Nosotros pasamos por el drive-thru y nos frustramos cuando tenemos que esperar 2-3 minutos.
– La gente tenía que esperar varios días a que le entregaran una carta para comunicarse con un ser querido en otra ciudad. Nosotros nos limitamos a enviar un mensaje de texto.
– La gente tenía que esperar a que le entregaran un periódico para recibir noticias de todo el mundo. Nosotros sólo tenemos que pulsar un botón en nuestros teléfonos.
En última instancia, esperar revela que no tengo el control.
Bueno, ¿adivina qué? Dios tiene un propósito al hacerme esperar. Dios usa la espera para mostrarme que Él tiene el control. Él usa la espera para hablar en mi vida de maneras que nunca podría escuchar cuando estoy consiguiendo todo lo que quiero en mi línea de tiempo.
Nosotros sólo podemos ver el aquí y el ahora, pero Dios existe fuera de los límites del tiempo y lo ve todo, desde el principio de los tiempos hasta el fin de los tiempos. El término teológico para esto es «omnisciente». Dios todo lo ve y todo lo sabe y no está limitado por el tiempo y el espacio. No está limitado a nuestra visión y comprensión. Mientras esperamos, se nos invita a confiar en Aquel que ve lo que nosotros no podemos ver. Mientras esperamos, nuestra perspectiva es como mirar un pequeño grano de arena en una playa infinita. Dios puede ver toda la playa. La espera nos enfrenta cara a cara con todas nuestras limitaciones. La espera es una invitación a ver quién tiene realmente el control y una invitación a depositar nuestra fe y nuestra confianza en Aquel que todo lo ve y todo lo sabe.
Dios actúa cuando nos damos cuenta de que no tenemos el control.