“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos”. Filipenses 2:3
Hoy honramos a nuestros veteranos de guerra. Por supuesto, deberíamos honrarlos todos los días por el servicio sacrificial que ellos han brindado a nuestros países.
Mientras honramos a todos los veteranos de guerra, si usted visita el centro comercial en la ciudad de Washington D.C., verá el Memorial Nacional a la Segunda Guerra Mundial [National World War II Memorial]. Es amplio, con piedras de mármol, con fuentes de agua, columnas y un paisaje preciosísimo. Es una excelente celebración de la generación más maravillosa que la nación estadounidense ha producido.
Hay un simbolismo importante que con frecuencia se pierde en ese memorial. Mientras la Segunda Guerra Mundial vino antes del Memorial, los monumentos para los veteranos de las guerras de Corea y Vietnam realmente se construyeron primero. Años antes de que la generación de la Segunda Guerra Mundial fuera honrada, se les hizo conmemoración a acontecimientos más recientes.
¡Que apropiado! Esa generación creció durante el periodo de la gran depresión, cuando los vecinos personalmente se sacrificaban para impedir que sus amigos murieran de hambre. Justamente cuando esa crisis estaba terminando, los hombres salieron de la nación para pelear la maldad en terreno extranjero, mientras las mujeres tuvieron que atarse los cordones de las botas e irse trabajar en las industrias. Después de la guerra, ellos trajeron a los Estados Unidos los niveles históricos de prosperidad, mientras salvaban las economías de los países pobres que acaban de derrotar. Luego ellos criaron una nueva generación y vivieron sus vidas muy bien, y sobre todo permanecían humildes acerca del precio que pagaron para hacer esas grandes cosas por el mundo.
A pesar de que muchos de los honrados nunca sobrevivieron para ver sus logros, es muy apropiado que fue el último memorial que se construyó. Así como el memorial que ellos inspiraron, esa increíble generación de hombres y mujeres siempre pusieron a otros ante que ellos. Lo mismo es verdad para cada (todos) soldado que ha peleado en las recientes guerras y también los que están actualmente en el ejercito. Agradecidamente, Jesús nos enseñó que al final, “los últimos serán los primeros”.
Hoy, te honramos, veteranos, pues tú pusiste tu vida en riesgo cada día para asegurar nuestra libertad y la libertad de aquellas personas que no se pueden ayudar a sí mismas. ¡Qué Dios bendiga a los veteranos!