«Un día, al caer la tarde, se levantó David de su lecho, y se paseaba sobre el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías, el heteo. Envió David mensajeros que la trajeran, y la tomó; cuando llegó, él durmió con
ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y regresó a su casa.» – 2 Samuel 11:2-4
Todo el fiasco comenzó con David y Betsabé al cometer un acto de adulterio. Una vez que esto ocurrió, un clamor general del efecto dominó asumió involucrando el engaño, asesinato, mentira y encubrimiento. Sin embargo a pesar de las terribles consecuencias del acto consensual, la perspectiva de la Biblia parece sólo condenar a David. ¿Qué pasó con Betsabé?
Ella era una mujer hermosa y la belleza en una mujer es un gran poder. En los comienzos de los años 2000, la búsqueda más activa en la web para los atletas fue la de Anna Kournikova. ¿Crees que fue a causa de todos los torneos de tenis que ganó? ¡Por supuesto que no; nunca ganó ni un solo torneo! ¡Todo fue porque ella era hermosa! La belleza en una mujer es de gran poder, Betsabé estaba consciente de su belleza cuando ella se bañaba de día, sabiendo que el rey estaba en la ciudad y su marido estaba ausente.
Aun así, la Biblia pone la responsabilidad de este pecado sobre David, lo cual es consistente con nuestras leyes actuales sobre el acoso sexual. La persona con autoridad es la persona responsable del hecho. David era el hombre en poder. Él era el rey y tenía la responsabilidad principal de este pecado, no importa de cuanta cooperación pudo o no haber hecho Betsabé. Él utilizó su poder y autoridad y fue hallado plenamente responsable por ese pecado.
Se necesitan dos para el tango, pero el que está en poder siempre es el más responsable. Así que si usted es quien tiene el poder, asegúrese de que su caminar con Dios sea estrecho y continúo.