No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde este vuestro tesoro ahí. – Mateo 6:19-21
¿Te has dado cuenta que tu eres rico? De hecho, si tu puedes comprarte la computadora en la que estás leyendo esto., entonces –por las normas del mundo-estás Rica. Y aun más allá de esa definición, muchos de ustedes bien pueden ser ricos incluso en comparación con sus propios vecinos. Pero hay un gran peligro que ocurre a menudo cuando nos damos cuenta que somos ricos. Ese peligro proviene del sentimiento de orgullo que puede producir. Construimos hasta nuestros egos y empezar a pensar que estamos un poco más inteligentes o un poco mejores que otros. Incluso podemos creer que nos vamos derecho a esta riqueza debido a la gente maravillosa que somos.
La palabra de Dios nos advierte, «no presumir. No ser arrogante sólo porque Dios pueden haberte bendecido con riqueza y tener más». Y ciertamente no cometer el error de fijar su esperanza en la incertidumbre de las riquezas. ¿Recordará la locura económica de la década de 1990? Piense en la extraordinaria riqueza generada por las empresas punto con que pronto se convirtió en empresas de «bomba de punto». Algunos de quienes fueron mega millonarios en 1997 tienen muy poco hoy.
La palabra de Dios nos recuerda una y otra vez que la riqueza puede ir y venir. No hay ninguna certeza en eso. Fijar su atención en Dios, y no en las riquezas temporales que tengamos durante nuestro breve tiempo en la tierra.