“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.”
Génesis 15: 1-3
¿La vida no te va del modo que esperabas? ¿Esta tu fe sostenida apenas con pinzas? Si estas luchando con la duda, es momento de tener una conversación honesta, con Dios. ¿Por qué? La fe no es la ausencia de dudas; es mas bien aprender a expresar nuestras dudas a Dios.
Mira a la vida de Abraham. El paso por irse de la tierra de su nacimiento con gran audacia yendo en fe, para luego dudar de Dios de tal manera que se descarrilo completamente tomando sus asuntos en sus manos; Abraham experimento todo durante su viaje de fe. Así que, ¿Qué podemos aprender de Abraham en cuanto a tratar con la duda en nuestras propias vidas?
Honestamente, Abraham expreso sus dudas. Dios no estaba decepcionado o enfadado. De hecho, Dios respondió. Y esto es a lo que estamos llamados a hacer en Jesucristo. No es un problema tener dudas. No es un problema tener muchas preguntas. El problema es cuando no expresamos nuestras dudas a Dios. Abraham creía en Dios porque el era honesto con Dios.
Convicción. Abraham escogió creer. Abraham estaba a cuentas con Dios por causa de su fe, no por sus acciones. En el Nuevo Testamento, vemos el paralelo con Cristo. Es solo a través de la fe en Cristo que somos salvos. Abraham escogió creer incluso cuando nada tenía sentido.
Rendirse. Cuando Abraham expreso dudas, Dios le dio seguridad estableciendo con él un pacto, un contrato irrevocable (Gen. 15: 18-21). Toda la responsabilidad en el cumplimiento de este pacto caía en Dios. Todo lo que Abraham tenia que hacer era confiar que Dios cumpliría su palabra. De la misma manera, la salvación del pecado, de la muerte y del infierno, es cosa de Jesús. No es nuestra responsabilidad. Nosotros estamos llamados a creer esto; creer en Cristo como Abraham creyó en el Señor.
Así que, ¿Qué vas a decidir hacer cuando las circunstancias de tu vida hagan surgir dudas? No las ignores, confróntalas. Tráelas delante de Dios. El no tiene miedo de tus dudas, tu tampoco deberías