«En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, y para siempre alabaremos tu nombre.» – Salmo 44:8
El coro de niños había ensayado una canción que se realizaría noche. Mientras que la canción era técnicamente correcta, su desempeño era sin chiste, cuando debería haber sido alegre. El director golpeo su bastón de mando. «Niños y niñas, observen que esta canción tiene sólo una palabra, Aleluya. Significa «Alabar al Señor». Pero cantamos esa palabra treinta veces. Y «Continuó», ahora la forma en resolverlo, obteniendo una buena calificación en el examen vale un Aleluya. Que se les permita pasar la noche con el mejor amigo vale un par de aleluya. Y supongamos que conseguir ese nuevo juego de video, vale tres aleluyas.’ Todos ellos estuvieron de acuerdo. «Pero quiero que cada uno de ustedes se imaginen esto por un momento. ¿Qué vale 30 aleluyas para ti?.
Al igual que las luciérnagas al azar, sus rostros se iluminaron cuando cada niño imaginaba una cosa que generaría sus 30 aleluyas. Después de unos minutos, el director dijo, ‘Ahora esta noche, cuando llegue el momento de cantar esta canción, quiero recordar lo que realmente llama a treinta aleluyas.’
Jesús me ama! Bien lo sé,
su palabra me hace ver
Que los niños son de aquel
quien es nuestro amigo fiel.
Algunos de los niños entendieron. Algunos no estaban tan seguros. Pero nada merece treinta aleluyas como saber «Jesús me ama a mí!»