«Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.» – 1 Tesalonicenses 4:1
Cada año que se juegan los Juegos Olímpicos es muy sorprendente como pequeñas diferencias son las que determinan que un atleta gane la medalla de oro en lugar de otro. Podríamos decir que esto lo hacen pequeñas diferencias, es decir, una ligera ventaja. En algunas carreras de los Juegos lo que marca la diferencia son segundos e incluso milésimas de segundo. Lo que es cierto es que nadie recuerda al segundo sino que todos los focos apuntan hacia el ganador olvidando al resto que ha competido.
La vida también tiene sus Juego Particular, la diferencia entre unos y otros esta marcado por una ligera ventaja. A veces la ligera diferencia se podría definir en la disposición que tiene una persona para afrontar los desafíos que trae la vida. Jesús dijo en el mundo tendréis aflicción pero confiad que Yo he vencido al mundo. Creer a Dios es lo que define la victoria en la vida. Esto es un reto enorme para cada uno de nosotros. Ir por ayuda a Dios sería el primer paso para obtener resultados que marcan la diferencia en el día a día. La fe y obediencia a Dios proporciona las fuerzas cuando faltan para que esto sea un impulso a vivir de victoria en victoria, sabiéndonos que Jesús es el gran vencedor independientemente de las pruebas que tengamos que estar atravesando hasta que Él venga. Jesús viene pronto.