“Plata fina es la lengua del justo; la mente del malo no vale nada”. – Proverbios 10:20
La diferencia está en sus valores. En las cosas que estas personas consideran como aquéllas que sí tienen importancia y prioridad en sus vidas.
Probablemente muchas de estas personas tengan a su alcance los mismos medios de los que tú disfrutas. Pero sus principios les dictan aquellas cosas que realmente son importantes.
Hubo en la antigüedad hubo un hombre que tuvo muchas riquezas y muchos bienes materiales. En un momento determinado llegó a tener tantos bienes que literalmente ya no cabían en su depósito, por lo que mandó a construir instalaciones mejores y mayores para almacenar sus bienes y disfrutar cuando ya fuera un viejo, cuando ya aparentemente esa carrera loca terminaría.
Se equivocó y su equivocación le costó la vida. En un sentido literal, le costo también su vida eterna. Porque todo ese correr sin cesar en algún momento de la existencia tiene que tener un fin. Y ese propósito es amar a Jesús y compartir Su gracia y salvación con los demás.