3 SORPRENDENTES EFECTOS DE ENCONTRAR TU CONFIANZA EN DIOS

3 de abril de 2024

«Y esta es la confianza (la seguridad, el privilegio de la audacia) que tenemos en él [estamos seguros], que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad (de acuerdo con su propio plan), él nos oye.» 1 Juan 5:14

Aunque es imposible de medir, mi observación general es que la «confianza» está en un punto bajo en el mundo en este momento.

No me refiero necesariamente a la confianza en uno mismo, aunque también podría ser baja en este momento. Me refiero más bien a nuestra confianza colectiva en aquellas instituciones y personas que una vez tuvieron la confianza implícita de la sociedad.

Piénsenlo conmigo: si salieran a la calle y empezaran a hacer a la gente al azar una pregunta que empezara así:

«¿Confía usted en…?» y luego rellenaran el resto de la frase con cualquier número de cosas. Mi hipótesis es que la respuesta sería mayoritariamente «no confío en nada ni en nadie».

Independientemente de los posibles «rellene el espacio en blanco» cosas como «las noticias»; o «el gobierno»; o tristemente, «la iglesia», la respuesta sería la misma.

De hecho, parece que en la última década ha habido una variedad de razones -algunas válidas y otras inválidas- para poner en duda a casi todo y a todos. Como resultado, nuestra confianza se ha visto sacudida. ¿Y qué hacer cuando eso ocurre? Supongo que se podría inclinar el péndulo hacia el otro lado y mirar con recelo a todo el mundo.

O, ¿qué pasaría si trataras esa erosión de la confianza como una oportunidad espiritual? En el Salmo 11, el salmista se planteó una cuestión de confianza:

» Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?» (Salmo 11:3).

En lugar de temblar de miedo, el salmista utilizó la pregunta como una oportunidad para reorientarse. He aquí su respuesta:

Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. (Salmo 11:4).

La oportunidad, cuando la confianza en todo lo demás empieza a desmoronarse, es encontrar una nueva confianza en Dios. La persona cuya confianza está firmemente depositada en el Señor del Universo piensa de otra manera. Actúa de manera diferente. Camina de otra manera. ¿Qué caracteriza específicamente a una persona que tiene verdadera confianza en Dios?

He aquí aspectos sorprendentes a considerar:

  1. La voluntad de disculparse.

¿Por qué es tan difícil decir «lo siento» sin justificación ni equívocos? Seguramente gran parte de nuestra incapacidad para hacerlo se debe a que esa disculpa lleva implícito un golpe a nuestra autoestima. Estamos admitiendo que nos equivocamos. Que cometimos un error. Que nos comportamos mal. Y lo hacemos sin excusa. Si nuestra confianza está en nosotros mismos, entonces esa admisión es un obstáculo demasiado amenazador como para saltarlo. Si, por el contrario, nuestra confianza está en Dios, entonces somos libres de admitir cuando nos hemos quedado cortos.

  1. El deseo de pedir ayuda.

Del mismo modo, nos cuesta pedir ayuda a los demás porque pedir ayuda es humillante. Es una admisión implícita de que no somos lo suficientemente inteligentes, talentosos o experimentados para hacer algo por nosotros mismos. La capacidad de pedir ayuda con regularidad y de forma inconsciente es una prueba visible de que nuestra confianza está en algo más grande que nosotros mismos. La gente puede pensar que somos débiles, y eso está bien cuando nuestra confianza está en Dios. Porque somos débiles. De hecho, muy débiles.

  1. Capacidad para escuchar a los demás.

Irónicamente, se necesita una persona de gran seguridad y confianza para escuchar a otra. Esto se debe a que cuando alguien comparte contigo algo que es contrario o perturbador o preocupante, la tendencia natural es sentirse amenazado. Y nos defendemos con nuestras palabras. Pero una persona cuya confianza está en el Señor ya no está atada por el miedo. Como resultado, podemos escuchar con calma y en silencio.

Dios nos ha dado una gran razón para depositar nuestra confianza en Él. Ha demostrado ser digno de confianza una y otra vez. Y en estos días, cuando tanta confianza se ha erosionado, se nos ha dado la ocasión perfecta para confiar en algo mucho mejor:

«Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.» (Jeremías 17:7-8)

¿Y tú? ¿Estás listo para una nueva oportunidad?

Escrito por Michael Kelley, Colaborador invitado