DOS PALABRAS QUE LO CAMBIAN TODO

4 de julio de 2022

«Ustedes deben orar así: “Padre nuestro…”  Mateo 6:9

Las dos primeras palabras del Padre Nuestro parecen ser simples y sencillas:

Padre nuestro

Sin embargo, cuando las repetimos robóticamente cada domingo por la mañana en la iglesia, es fácil perder la profundidad del significado que pretendía Jesús. La verdad es que las palabras Padre Nuestro constituyen la base de una vida de oración sana y vibrante.

Consideremos las palabras que Jesús no eligió para comenzar esta oración.

Podría haber elegido «Creador» o «Señor» o «Rey», por nombrar algunas. Cualquiera de estas palabras habría sido teológica y bíblicamente correcto. Pero Jesús no las eligió. Eligió intencionalmente usar la palabra Padre.

¿Por qué es importante? Porque estaba enmarcando el Padre Nuestro en el contexto de una conversación entre un padre y un hijo, no entre un rey y un siervo. Le está diciendo a sus seguidores que deben buscar a Dios, no como esclavos obligados, sino como sus hijos amados.

Pero no se detiene ahí. Jesús también utilizó la palabra Nuestro. Si hubiera elegido «Mi Padre», sólo habría puesto de relieve la singularidad de su propia relación con Dios. (Verás, la verdad es que Jesús era plena y singularmente el Hijo amado de Dios. Nunca hubo ni habrá otro ser humano que estuviera relacionado con el Padre de esta manera).

Pero Él no dijo eso. Dijo: Padre nuestro.

Ahora, es importante entender algo aquí:

Dios no puede ser nuestro Padre a menos que estemos correctamente relacionados con Él a través de Jesús.

Esto sucede cuando nos damos cuenta de que todos necesitamos un Salvador; cuando pedimos ser perdonados por nuestros pecados y, por medio de la fe, invitamos a Jesús -que ES el Salvador- a convertirse en el Señor de nuestras vidas.

Y ahí está el corazón de esta hermosa frase, Padre nuestro.

Porque el acceso a NUESTRO Padre viene sólo a través de Su Hijo. Nuestra aceptación ante el Padre es sólo gracias a Su Hijo. Y la única puerta a esa aceptación es a través de la cruz, donde Jesús dio su vida para que pudiéramos convertirnos en hijos de Dios.

Es en la cruz donde Su Padre se convierte en Nuestro Padre.

Cuando recibimos el don de la salvación a través de la fe en Jesús, cambia el lenguaje de nuestros corazones. Entonces somos libres de gritar: Padre nuestro que estás en los cielos… sabiendo que nuestras oraciones son escuchadas y serán respondidas

Y eso, amigo mío, es más asombroso de lo que nuestras palabras pueden expresar.

Escrito por Kevin Wood, colaborador invitado