NO POR MI FUERZA

23 de enero de 2023

«Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.»

Efesios 3: 16-19

 

¿Alguna vez te has acercado a la vida cristiana con un propósito de Año Nuevo? Este año seré un mejor cristiano; confiaré más en Dios y seré más paciente y generoso. Para aquellos que han intentado este cristianismo orientado a la meta, ¿Cómo les fue? Lo más probable es que al final te hayas equivocado, te hayas frustrado y finalmente te hayas dado por vencido. ¿Por qué? Porque la vida cristiana no puede ser vivida con nuestras propias fuerzas. Es sólo a través del poder del Espíritu Santo que podemos vivir una vida glorificando a Dios.

Demasiada gente que llena las iglesias hoy en día está luchando con este estilo de cristianismo orientado a metas y resoluciones. Ellos creen en sus mentes lo que la Biblia dice acerca de quién es Jesús y lo que Él hizo en la cruz, pero nunca han confiado en Cristo con sus corazones. Ellos nunca han escogido seguir a Cristo en su vida diaria. Ellos confiesan su fe sin una entrega de su corazón para cumplir la voluntad de Dios.

El deseo del corazón detrás de la oración de Pablo a la iglesia de Éfeso es que Dios habite no sólo en sus mentes, sino también en sus corazones y en sus vidas. Esa misma oración puede ser hecha por nosotros hoy; que entreguemos nuestros corazones, sueños y prioridades en la vida total y completamente a Cristo. ¿Cómo podemos confiar en Dios de forma tan completa? Comienza encontrando el poder abrumador de Dios y la magnitud de su amor. Un amor que es perfecto, libre y acepta este amor y gracia en fe.

La vida cristiana no se trata de voluntad ni de metas. Se trata de rendir NUESTROS planes a SUS planes y pedirle al Espíritu Santo que interceda y guíe nuestro camino. ¡No por mi fuerza, sino por la Suya! ¿Estás dispuesto a confiar en Él?