“Y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.”
Como ciudadanos de una nación, una de las responsabilidades más grandes que tenemos es el amar a nuestros prójimos.
¿A que me refiero con amar? El amor no se refiere a un sentimiento. No significa romance. Ni siquiera significa que te gusta una persona. Siempre existirán personas que no nos gustan, pero estamos llamados a amar, sin importar lo que ocurra.
El amor es una decisión de la voluntad de parte del cristiano de tratar a nuestros semejantes de manera justa y compasiva. Es tratar bien a otros, incluso amándoles suficientemente para decirles la verdad cuando se trata de asuntos morales y de carácter en la vida que comienzan a crear un problema. Esto es amor ágape. Este es el amor cristiano genuino. Y el modo más grande en el que podemos mostrar amor hacia nuestros prójimos es compartir el amor de Dios por ellos en Cristo Jesús. Es amor para toda la humanidad. Es amor para republicanos y demócratas, liberales y conservadores, para gente políticamente correcta y moralistas religiosos. Es un amor incluso para racistas, fanáticos o terroristas. El amor de Jesús es amor para todos.
Así que, ¿cuál es nuestro papel como seguidores de Cristo, ciudadanos e individuos? Amar a Dios y amar a otros. Este es el cumplimiento de la ley.