PERSPECTIVA BIBLICA DE LAS DEMANDAS JUDICIALES

13 de febrero de 2024

“Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa.”

Mateo 5:40

Nuestra sociedad está tan obsesionada con las demandas judiciales, que hasta las tazas de café nos advierten de que ¡el café puede quemar! Cada vez que me dan una nueva prescripción médica la avalancha de advertencias me hacen sentir que me estoy jugando la vida. Aun así, sabemos que las advertencias están para proteger a las compañías farmacéuticas de semejante sociedad contenciosa.  Desde asuntos complicados hasta los más pequeños y molestos, está claro que las demandas judiciales son parte de nuestra cultura. Como nación, simplemente queremos defender y proteger nuestros derechos. Entonces, ¿Cuál es el problema?

Jesús dice en el Sermón del Monte en Mateo capitulo 5, que esta costumbre cultural de pelear batallas legales unos en contra de otros no es la mejor opción.  En lugar de enfocarse tanto en defender nuestros derechos personales, deberíamos esforzarnos en seguir la forma de Dios. En otras palabras, tenemos que enfocarnos en vivir radicalmente para Dios. Esto es lo que Jesús implica cuando dice: “Si alguien te pone una demanda, cualquier cosa que pidan, dales más” (Mi paráfrasis).

¿Significa esto que la Escritura dice a los cristianos que nunca deberían estar involucrados en una demanda judicial? De hecho, la Biblia dice cristianos no deberían denunciar a otros cristianos, sino en su lugar deberían buscar un mediador dentro de la iglesia. Puede haber momentos en los que se necesite buscar representación legal para un negocio en alguna demanda, pero recuerda que Jesús no se está refiriendo aquí a colectivos en este versículo. El está hablando a individuos cristianos. ¿Por qué? Porque cuando dos creyentes van a las cortes, su testimonio es destruido. Jesús no se glorifica en tales situaciones.

En vez de apurarse a ir a un abogado después de cada desacuerdo, hay que tratar de resolverlo. Que el abogado sea el último recurso en lugar que el primero. Al final, todo se trata de generosidad y de la confianza de que Dios peleara por ti.